Kit básico para empezar el ejercicio diario.
Ya al día siguiente seguiremos con el test a la hora del desayuno. Si luego vamos a montar en bicicleta, jugar al pádel o al fútbol o al rugby, no es aconsejable tomar más de dos papelones de churros junto al café. Las consecuencias suelen ser demoledoras. Yo recomiendo tomar algo ligero para empezar el día, como unos choricillos ahumados, unas chuletitas de lechal y algo de panceta. No toméis huevos fritos, que os pueden sentar mal. Si acaso, después del ejercicio, para reponer proteínas, con algo de pan para mojar en las yemas.
Una vez desayunados, estamos en condiciones de realizar cualquier trabajo físico que se nos ponga por delante. Lo ideal es que empecéis por cargar sacos de cemento, a ser posible Portland, subiendo escaleras. No os preocupéis si un poco de grasa de chorizo se os escapa por la escalera, lo importante es que no resbaléis. Podéis utilizar un edificio de viviendas para hacer este ejercicio, sin ascensor para evitar tentaciones, con idea de que si tenéis que parar de vez en cuando haya siempre un vecino dispuesto a abriros la puerta e invitaros a una cerveza. Este tipo de ejercicio en edificios deshabitados es muy triste.
El test de esfuerzo va ya camino de su final cuando hayáis contado veinte sacos de cemento en la azotea. Ese es el momento de tomaros el pulso, de tomaros una buena jarra de Cruzcampo y mirar al cielo desde lo alto del edificio pensando: "Soy un hacha".
Si lo conseguís, estáis en condiciones de empezar vuestra carrera de deportista de élite. Pero eso es materia ya de la siguiente clase. Permaneced atentos.
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ResponderEliminarDisculpad. Tenía hambre. Me he comido el comentario anterior. Decía textualmente: "Profesor, a mí los churros se me indigestan mucho. Puedo cambiarlos por dos kilos de torreznos?"
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