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martes, 15 de enero de 2013

Consejos alimenticios básicos

Kit básico para empezar el ejercicio diario.

Un buen deportista ha de cuidar su salud como si fuese lo más importante. No digo que lo sea. Digo como si fuese. Por ello, antes de hacer deporte, sobre todo si es intensivo, es necesario que conozca cuál es su estado físico. No basta con mirarse al espejo y ver si uno tiene tripa o no o si ni siquiera cabe en el espejo. Eso a veces engaña. El estado físico se mide por el denominado test de esfuerzo, que consiste en situarse ante un plato de cochinillo de Segovia (o de Sepúlveda, según, sepúl) y comprobar si nos cuesta esfuerzo comérnoslo entero o si entra fácil y pedimos después una de patatas bravas para empujar. Una vez realizada esta prueba, estaremos en condiciones de saber si podemos echarnos a dormir la siesta, bien en el sofá o bien en la cama, dentro de la cama, con pijama. En este último caso podremos hasta soñar con ser un buen deportista el día de mañana.
Ya al día siguiente seguiremos con el test a la hora del desayuno. Si luego vamos a montar en bicicleta, jugar al pádel o al fútbol o al rugby, no es aconsejable tomar más de dos papelones de churros junto al café. Las consecuencias suelen ser demoledoras. Yo recomiendo tomar algo ligero para empezar el día, como unos choricillos ahumados, unas chuletitas de lechal y algo de panceta. No toméis huevos fritos, que os pueden sentar mal. Si acaso, después del ejercicio, para reponer proteínas, con algo de pan para mojar en las yemas.
Una vez desayunados, estamos en condiciones de realizar cualquier trabajo físico que se nos ponga por delante. Lo ideal es que empecéis por cargar sacos de cemento, a ser posible Portland, subiendo escaleras. No os preocupéis si un poco de grasa de chorizo se os escapa por la escalera, lo importante es que no resbaléis. Podéis utilizar un edificio de viviendas para hacer este ejercicio, sin ascensor para evitar tentaciones, con idea de que si tenéis que parar de vez en cuando haya siempre un vecino dispuesto a abriros la puerta e invitaros a una cerveza. Este tipo de ejercicio en edificios deshabitados es muy triste.
El test de esfuerzo va ya camino de su final cuando hayáis contado veinte sacos de cemento en la azotea. Ese es el momento de tomaros el pulso, de tomaros una buena jarra de Cruzcampo y mirar al cielo desde lo alto del edificio pensando: "Soy un hacha".
Si lo conseguís, estáis en condiciones de empezar vuestra carrera de deportista de élite. Pero eso es materia ya de la siguiente clase. Permaneced atentos.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Disculpad. Tenía hambre. Me he comido el comentario anterior. Decía textualmente: "Profesor, a mí los churros se me indigestan mucho. Puedo cambiarlos por dos kilos de torreznos?"

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